Noé Canjura

Noé comenzó su formación artística en la Academia de Don Valero Lecha, posteriormente viaja a México para profundizar sus estudios y se encuentra con los muralistas que influenciaron su obra. A su regreso de México le es otorgada una beca por el gobierno salvadoreño para continuar sus estudios en la Ècole Nationale Supérieure de Beaux Arts en París, en donde Noé triunfa rotundamente para su orgullo de pintor y beneplácito de los salvadoreños.


Después de exponer en México, en 1968, viaja a El Salvador y Julia Díaz organiza una exposición de su obra en Galería Forma. Diez años después, en 1978, Julia vuelve a organizar otra exposición como homenaje póstumo a su gran amigo y compañero.

En estos primeros oleos de Noé Canjura podemos ver una preferencia por escenas costumbristas de pueblos y retratos, muy en tercer plano vemos paisajes, todos ellos en un estilo académico europeo. Específicamente, la temática principal de Canjura durante su época académica muestra la vida cotidiana del campesino, en contraste con el indigenismo que prevalece en esta época.


Entre los cuadros de estos primeros años encontramos escenas de interiores mientras cae la lluvia, retratos de su padre y momentos captados en su ciudad natal de Apopa, tanto de figuras en reposo como trabajando y celebrando. En los bocetos, como en “El tlameme”, se aprecia un cuidadoso estudio de composición, así como de luz y sombra.

Dentro de la obra “Sin título” tenemos una escena citadina y moderna donde se ven presentadas las diferentes clases sociales. Es interesante también notar el trato del paisaje en otros trabajos como el retrato de A. Gilberto y en “Se ha muerto uno”, ya que probablemente nos muestra como construirá sus paisajes al óleo durante los próximos tres años. El último grabado de esta etapa es la representación de una pareja en cama, tema al que recurrirá una y otra vez, en pintura, durante el resto de su carrera.


Sus siguientes trabajos influenciados por su etapa mexicana incluyen cuatro xilografías y una serigrafía. Entre ellas están dos escenas campesinas, una es “Maternidad”, diseño que ocuparía años más tarde en París, pero con la técnica del fresco. “Se ha muerto uno” es la otra escena campesina y la que más se relaciona en estilo y temática con los grabados mexicanos del momento.

Junto a esta producción artística, lo primero que podemos apreciar es un cambio en la temática enfocando su atención al paisaje. También tenemos un incremento exponencial en el número de obras, tanto dibujos como óleos y vemos diversas influencias nuevas: un cierto surrealismo comienza a invadir la obra y notamos una composición en espiral evocativa de Van Gogh o, posiblemente de Munch.


Podemos ver como poco a poco, el artista fue simplificando la composición y las formas, descartando la perspectiva y distorsionándolas como si fueran vistas a través de un lente fotográfico. A la vez, en los óleos, aunque los paisajes a menudo son franceses, los colores evocan directamente El Salvador.

Las obras de estas épocas continúan enfocándose en el paisaje francés y a su vez se vuelve su etapa más coleccionada en Francia, tanto por privados como por museos. Podríamos entender esta etapa como la perspectiva de Canjura sobre la campiña y la pintura francesa, la cual recibe excelente crítica, y como su incorporación definitiva dentro de la Escuela de París. No obstante, de vez en cuando utiliza temas salvadoreños como podemos apreciar en “Iglesia de Metapán”.


Además, aquí comienza a desplazar su atención del paisaje hacia escenas cotidianas de todo tipo. La pintura es aplicada de manera más pastosa. Las dimensiones en sus pinturas crecen en tamaño. De año en año, los colores se van haciendo más claros, ocupando una gama amplia de colores pasteles. Estas escenas del diario vivir podrían ser tanto francesas como americanas; pero todas continúan reflejando su interpretación de la realidad y la época. Un porcentaje importante de sus imágenes representan niñas o mujeres con racimos de flores; estas últimas han sido las imágenes más comerciales y tiernas del artista.

Algunas de las obras de esta etapa muestran una composición bisecada horizontal o verticalmente, así como una paleta donde predominan el negro y el beige. Además del tema recurrente de “Amantes”, vemos un lienzo que parece pensado para el público americano y otro que refleja el año turbulento en que las exposiciones se celebraban.

Canjura prefirió morirse de hambre en París que morirse de hambre en El Salvador, pero no murió de hambre, y junto a este sacrificio logró exponer, vender, ganarse la crítica local e internacional que le generó suficientes ingresos para llevar una vida digna y continuar produciendo su obra.


De cualquier manera, frente a sus cuadros, dibujos y grabados, vemos a un artista de primera, un artista universal, un estupendo colorista de un trazo seguro y fuerte, y quizás a uno de los mejores artistas que ha producido El Salvador.