Ruido
Un recorrido para analizar el ruido, el caos, la aglomeración, la contaminación. En lo visual, en lo construido, en la ciudad, y en el contexto.
El ruido visual en la plástica, puede hacer referencia a gestos, onomatopeyas, a saturación de elementos o colores en la imagen; o a personajes que parecieran gritar, incluso a composiciones que parecieran ruidosas. Suelen ser referencias de situaciones o estados de ánimo intensos.
Julia Díaz utilizó a los niños como tema para muchas de sus obras, “El grito” de 1982, es especialmente dramática teniendo en cuenta el contexto de guerra de esos años; ese grito mudo en el lienzo, que sale desde la oscuridad, es una imagen que dice más de los silencios, de lo que no se dijo, de quienes no tuvieron, y quizás no tengan voz.
El ruido visual en la plástica, puede hacer referencia a gestos, onomatopeyas, a saturación de elementos o colores en la imagen; o a personajes que parecieran gritar, incluso a composiciones que parecieran ruidosas. Suelen ser referencias de situaciones o estados de ánimo intensos.
Julia Díaz utilizó a los niños como tema para muchas de sus obras, “El grito” de 1982, es especialmente dramática teniendo en cuenta el contexto de guerra de esos años; ese grito mudo en el lienzo, que sale desde la oscuridad, es una imagen que dice más de los silencios, de lo que no se dijo, de quienes no tuvieron, y quizás no tengan voz.
Julia Díaz
El grito, 1982
Acrílico sobre lienzo
77 x 55.5 cm
Donación de la artista, Colección Fundación “Julia Díaz”
Artistas como Antonio Bonilla y Dagoberto Nolasco, usan la saturación en sus imágenes para abordar temas complejos que a través de los distintos elementos nos permiten reconocer diversos subtemas, algunos más obvios o más sugerentes, que podrían relacionarse a la guerra o a la violencia actual.
Un ejemplo claro es la obra “El maíz” de 1986 de Dagoberto Nolasco, donde cada grano se vuelve un personaje que grita, quizás como referencia a las muchas muertes que se daban en el campo durante el conflicto.
La sobreposición de imágenes puede provocar la sensación de “ruido” como sucede en la obra de Javier Ramírez (Nadie) donde muestra escenas de videos de cumbia salvadoreña, en los mismos lugares donde se dieron combates en los años ochenta, durante la guerra.
Es una satírica forma de recordar que no todo lo que aconteció en esos años fue la violencia, sin embargo, en la obra se muestra “una coexistencia de dos realidades contradictorias…, logrando una tragicomedia de los años ochenta” (Pág. 44 Diálogos, Donde hubo fuego, exposición del Museo de Arte de EL Salvador.)
En la obra “Hipnosis colectiva” de William Chilín de 1994 observamos una saturación de figuras anónimas y bizarras, que en este caso recuerda el ruido de una multitud, ese que no permite escuchar o entender un mensaje con claridad.
Vemos una especie de palco, con telas que recuerdan a un circo, algunos arriba y la mayoría abajo, de los cuales destaca el hombre de saco hasta arriba del circo, pero sin piernas, como si fuera un cartel, en una especie de concentración o mitin político. Podría entenderse como una crítica a cómo la política a veces ciega, ensordece o hipnotiza a ciertas personas, que apoyan sin dudar a ciertos candidatos.
William Chilín
Hipnosis colectiva, 1994
Acrílico sobre lienzo
120 x 99 cm
Colección Patronato Pro Patrimonio Cultural de El Salvador, Museo MARTE
Las críticas al colectivo también las podemos reconocer en la obra “Polillas” de Verónica Vides, en la que muestra un conjunto de figuras que hacen referencia a estos animales, que pueden consumir madera y depredan su propio contexto, sin considerarlo, lo cual puede provocar eventualmente su propia muerte al agotar los recursos.
El colectivo que avanza como una plaga, es un gesto que se transforma en sinónimo de ruido, provocando un alboroto que no permite pensar ni cuestionar, solo seguir al grupo, ensordeciendo al individuo, sin que se puedan considerar las consecuencias a largo plazo.
De manera que los contextos llevados al límite, propician la degradación de sus habitantes, y la obra “sin título” de Melissa Guevara de 2010 puede hacer referencia al hacinamiento, cuando nos muestra a estos personajes de barro sin cocer que gradualmente se deterioran y eventualmente sólo serán polvo, mientras son aplastados por su contexto, en este caso dos planchas de cristal.
A diferencia de la aglomeración en la obra de Chilín -en la que pareciera que la multitud podría hacer ruido-, la obra de Guevara pareciera una silenciosa degradación de los personajes, no solo encerrados, sino aplastados por su entorno.
Melissa Guevara
Sin título, 2010
Barro crudo y acrílico
21.5 x 16 cm
Colección privada
Segundo lugar, Subasta Sumarte 2010
Los entornos caóticos los encontramos en la obra de Simón Vega, quien construye estructuras que refieren a ciudades, pero elaboradas a partir de desechos, las cuales se adaptan y reconstruyen a partir de lo que otros descartan.
Discursan sobre la decadencia, la contaminación y al ser realizadas desde nuestro contexto, sobre la precariedad y los anhelos del tercer mundo; Sobre los problemas y fragilidad de las estructuras políticas, económicas y sociales que sostienen nuestro contexto.
Refieren a un contexto que ya está acabado; pareciera que sus habitantes no piensan en este, como si estuvieran sordos y ciegos por necesidad o decisión, y sólo continuarán por la necesidad de seguir viviendo.
Y aunque se reconoce cierto orden, necesario para sostener y construir; los materiales y el caos de desechos, propician un ruido visual que compone la estructura y las ideas detrás de la obra.
La ciudad misma hace ruido; y lo muestra Patricio Majano en su obra “viaje” de 2015, la cual realizó con ayuda de programas que transforman el sonido en imagen para luego componer el dibujo.
Se trata de una “abstracción de los sonidos de un viaje en bus de la ruta 44 de San Salvador a Antiguo Cuscatlán 10 de abril de 2015” como él mismo describe al borde de la obra.
En la actualidad el ruido visual lo encontramos especialmente en los medios de comunicación y en las redes sociales que nos saturan de información y “entretenimiento”.
La obra “Juntos, pero Si revueltos. Habitación intrasubjetiva pop” de Oscar López de 2020 es un claro ejemplo, pues el abstracto del fondo hace referencia a las paredes del centro de San Salvador, pero gradualmente se ve saturado por personajes de cómic, anime y cultura pop, así como elementos que hacen referencia a redes sociales.
Como si el “ruido” de las redes y los medios de comunicación, es más fuerte y se sobrepone al de la ciudad.
Pero no solo el ruido, el caos, la degradación y el desorden de las ciudades y de nuestro contexto son reflejados por los artistas, también retoman elementos de la ciudad para construir obras que abordan otros temas, como en la pieza “Dios es color. Iglesia El Rosario. De la serie: Espejismos urbanos” de Francisco Hidalgo (Paco) de 2015.
Una edificación, en específico la Iglesia El Rosario en el centro histórico de San Salvador se transforma en un personaje, reconstruido en la obra a partir de fragmentos de fotografías, se recompone sinfónicamente en este caleidoscopio que brilla desde el centro con una luz dorada que parece surgir desde dentro de la pintura; transmitiendo un aura casi religiosa; donde la saturación visual de colores y elementos, pareciera armonizar cualquier ruido en la imagen.
Invitando a la sensación de sobrecogimiento que la edificación provoca en el visitante; y que, de esta manera se refleja en la obra.
Pero no solo el ruido, el caos, la degradación y el desorden de las ciudades y de nuestro contexto son reflejados por los artistas, también retoman elementos de la ciudad para construir obras que abordan otros temas, como en la pieza “Dios es color. Iglesia El Rosario. De la serie: Espejismos urbanos” de Francisco Hidalgo (Paco) de 2015.
Una edificación, en específico la Iglesia El Rosario en el centro histórico de San Salvador se transforma en un personaje, reconstruido en la obra a partir de fragmentos de fotografías, se recompone sinfónicamente en este caleidoscopio que brilla desde el centro con una luz dorada que parece surgir desde dentro de la pintura; transmitiendo un aura casi religiosa; donde la saturación visual de colores y elementos, pareciera armonizar cualquier ruido en la imagen.
Invitando a la sensación de sobrecogimiento que la edificación provoca en el visitante; y que, de esta manera se refleja en la obra.