Cuida tu corazón

Krisma Mancía

I

 

Como tú, piedra pequeña,

como tú.

León Felipe

 

Tú no, corazón. Tú eres el motivo de tanta agua extraída

de los pozos industriales.

Tú eres la causa de que la ciudad

se vista de terrible tentación.

La hiedra volvió a crecer en las paredes

haciendo el dibujo geométrico de unos brazos abiertos.

Tú no, corazón. Tú estabas dormido bajo las piedras.

Estaba yo, lejos, viendo en mi mano germinar un jardín

       / cuando un Diente de León pasó. También la tentación,

        / corazón, pasó vestida de amarillo.

Estaba yo, cerca, mintiéndome. Oyendo cómo dos pares de

        / ojos conversaban sobre el retorno del otoño.

Me voy a morir pronto y no llega el invierno.

Pero las cosas me hablan en otro idioma.

La eternidad recupera la sonrisa.

Estás periférico, corazón, me lo dice tu ladrido.

Estás como llave de grifo.

Estás como de otro planeta, alucinado.

II

Entre todas las cosas guardadas,

guarda tu corazón porque de él mana la vida.

Proverbio 4:23

 

Ten cuidado con lo que deseas.

A veces escribir es ignorar que lo que se escribe son

        / visiones del futuro.

Es como soltar el ganado en tierra segura y saber

        / previamente que desaparecerá.

No sirvo para convencer. Considero que nadie es un regalo

        / de seducción,

aunque lo que escriba parezca una seducción excesiva.

Prefiero ser yo la seducida y me seduce la belleza extraña.

Nunca sé con qué perversidad o monstruo rojizo se puede

        / estar.

Y no lo digo por ti, lo digo por mí.

Ten cuidado con lo que piensas.

A veces hay viajes de donde no regresamos

porque los dioses están contra los encuentros y finales

        / felices. Siempre.

La rareza en mí es que yo soy como los dioses:

amo profundamente sin motivo y odio salvajemente

       / cuando me traicionan.

La diferencia es que yo he visto el dolor caminar por

        / las calles,

el amor morir en mis manos

y cuando entrego mi corazón a alguien

deseo que sienta la misma intensidad que yo siento,

al menos por un momento.

La gente siente miedo a vivir. Yo no. Yo quiero sentir todo.

Abrir. Extender mis dedos y tocarlo todo.

Abrir la boca y tragarme el universo.

Abrir mi cuerpo y mostrar mi templo.

La vida es tan corta como para no sentir esa densidad

         / cinética

que te obliga a saltar de rama en rama cuando a penas

hay brisa y los árboles se doblan sin consuelo,

excesivamente desnudos para su orgullo, lo mismo que yo,

pero hasta los árboles necesitan armas para sobrevivir,

como tener hojas a su favor o viento que los sacudan,

y saber eso es romper el equilibrio natural del mundo.

Ten cuidado con lo que sientes.

Hay sentimientos que son íntimos y delicados.

No se gritan. No se exhiben.

Cuando los encontramos son una bendición y al

        / presumirlos al mundo

atrae la maldición de la envidia

y hace que las abejas se empalaguen,

que los banqueros engorden,

que los ángeles de la guarda se enfermen.

Y se cae. Se ahueca.

Termina en un estruendoso giro al revés.

Por eso hay leyes hasta para amar. Por ejemplo:

un amor tóxico deja de doler después de 28 días,

luego hay que olvidar y proseguir. Nadie muere de amor.

Se muere, quien siente herido su propio ego.

No te pongas frío conmigo…

Aquí, dentro de tu corazón, tienes pedazos de hielo,

cosas que resolver y llorar,

cosas podridas que retienen tus tobillos en el lecho del

        / mar.

Y yo también tengo algunas cosas atadas en algún sótano,

en alguna línea de la mano izquierda.

Todavía no me quitas el sueño, ni la armadura, ni me tocas

        / con tu frío

y tenemos la grata posibilidad de contradecirnos antes que

        / sea demasiado tarde,

porque dentro de la vida

no hay días iguales como no hay besos iguales, como no

         / hay personas iguales.

Algún día, tu barco llegará a la orilla de mi futuro,

pero quizá yo no me encuentre en el momento preciso para

        / abrir la puerta.

El amor también tiene tiempo de caducidad.

Asúmelo.

Todo deja de ser como lo recordamos. Los recuerdos se

        / van destiñendo,

se van borrando dentro de las fotografías,

se van.

Ten cuidado con lo que recuerdas.

A veces invocamos los recuerdos y el pasado te lo regresa,

pero jamás un Lázaro ha regresado en buen estado.

Es parte de la crueldad del futuro.

Ahora tengo que abordar otro barco. Un barco propio.

Uno, donde solo estaré yo.

No te pido nada en esta despedida. Solo un deseo de tres

        / palabras:

cuida tu corazón.

Luis Lazo (El Salvador. 1960)
Fuente eterna
1995
Oleo sobre lienzo
190 x 127 cm
Colección Patronato Pro Patrimonio Cultural de El Salvador