San Salvador, Ciudad Amontonada
San Salvador, ciudad fragmentada social, histórica y físicamente como un rompecabezas que no terminar de encajar. Un recorrido desde su nacimiento hasta un futuro imaginario.
Estas son un par de representaciones muy antiguas de San Salvador.
En la imagen de la izquierda (mapa de 1690) apenas se observa una casita de pueblo entre Sonsonate y San Miguel. Esas casitas representaban provincias del reino de Goathemala que después formarán El Salvador. El propósito de representarlo en un mapa no solo era ubicarlo en el territorio, buscaban resaltar su importancia particular, en este caso comercial.
En la siguiente imagen de 1770 vemos la representación de San Salvador de ese momento, en la que se enumeran 24 haciendas y 6 pueblos aledaños a un valle de explotación agrícola. Aunque se vea pequeño, era el principal productor de añil de Centroamérica y producía el 80% de lo que exportó la región. La ciudad fue descrita por Pedro Cortés y Larraz, “la ciudad está en hermosa posición (al pie del volcán) con calles bien formadas, buenas casas y plazas, no obstante que se ven varios edificios arruinados, o por causa de los temblores, o porque hay mucha gente pobre y ociosa; pues se compone (menos de indios) de la de toda especie de españoles, ladinos, mulatos entre los que hay muchos vagos y haraganes.” (Descripción geográfico-moral de la diócesis de Goathemala de Pedro Cortéz y Larraz, pág. 101)
El relato de Cortés y Larraz nos indica dos cosas: la desidia y los terremotos. Desde que San Salvador se fundó en 1545 se sabía que habían muchos terremotos en la zona, de ahí su apodo de “valle de las hamacas”. Hace tanto honor a su apodo que ha sido destruido más de 10 veces (1575, 1594, 1625, 1671, 1707, 1719, 1730, 1806, 1831, 1854, 1917, 1965 y 1986). Pero en lugar de reubicarlo se ha reconstruido una y otra vez.
Pero, ¿por qué no nos vamos de este lugar? Al principio era por el dinero que producían los cultivos alrededor de la ciudad, fueron esos intereses particulares los que determinaron el futuro de la ciudad.
La necesidad de mantener la producción obligaba a regresar rápidamente a la “normalidad” después de los terremotos, pues era indispensable para las empresas y los empleados. Todo esto evidencia una falta de preocupación en el bienestar de la población, al no tomar en cuenta las condiciones locales.
Vemos imágenes de la antigua catedral de San Salvador antes y después del terremoto de 1873, en la segunda la torre está a punto de caer; e imágenes similares seguirán siendo comunes hasta la actualidad.
Jules Noel (dibujo) y J. Outhwaite (litografía)
Catedral de San Salvador
L’Amérique Centrale et Méridionale de Louis Énault, 1867
Litografía
11 x 17 cm
Colección privada
El relato de Cortés y Larraz nos indica dos cosas: la desidia y los terremotos. Desde que San Salvador se fundó en 1545 se sabía que habían muchos terremotos en la zona, de ahí su apodo de “valle de las hamacas”. Hace tanto honor a su apodo que ha sido destruido más de 10 veces (1575, 1594, 1625, 1671, 1707, 1719, 1730, 1806, 1831, 1854, 1917, 1965 y 1986). Pero en lugar de reubicarlo se ha reconstruido una y otra vez.
Pero, ¿por qué no nos vamos de este lugar? Al principio era por el dinero que producían los cultivos alrededor de la ciudad, fueron esos intereses particulares los que determinaron el futuro de la ciudad.
La necesidad de mantener la producción obligaba a regresar rápidamente a la “normalidad” después de los terremotos, pues era indispensable para las empresas y los empleados. Todo esto evidencia una falta de preocupación en el bienestar de la población, al no tomar en cuenta las condiciones locales.
Vemos imágenes de la antigua catedral de San Salvador antes y después del terremoto de 1873, en la segunda la torre está a punto de caer; e imágenes similares seguirán siendo comunes hasta la actualidad.
Autor desconocido, basado en fotos tomadas por Armand Harcq
La Catedral después del siniestro
L’Illustration Journal Universel No. 1583, 28 de junio de 1873
Litografía
Dimensiones no disponibles
Colección Universidad de California
El proceso de independencia del siglo 1800 favoreció los intereses económicos de los hacendados, ya que implicaba pagar menos impuestos y tener más control político y rentabilidad sobre sus territorios.
La imagen de arriba, aproximadamente de 1844 nos muestra la plaza mayor de San Salvador rodeada de arcos, con una gran fuente en el medio. Pero el piso aún es de polvo, como si la ciudad estuviera en proceso de construcción. En la imagen abajo, de 1890, vemos el antiguo Teatro Nacional de San Salvador visto desde la actual plaza Morazán. Su estética nos recuerda a ciudades europeas donde los edificios son de dos plantas y más decorados, las plazas están pavimentados y hay una fuente y jardineras, es una ciudad más ordenada y moderna.
Ambas imágenes muestran que la idea de “desarrollo” era emular la estética de países europeos. Si recordamos que en la época colonial ser español facilitaba el acceso a puestos de trabajo, recursos y estudios; es de esperarse que la idea de que lo extranjero “es mejor” impregnara la sociedad. Sin embargo, al no tomar en cuenta las condiciones locales, las consecuencias son fatales, ejemplo de ello es que San Salvador se seguirá cayendo.
M. Dupressoir (litografía) y Francisco Cisneros (1823-1878) (dibujo)
Vista de la plaza de San Salvador, tomada desde el Portal de la Parroquia (Estado de San Salvador) basado en bocetos de don Francisco Cisneros, ca. 1843-1844
Litografía
Dimensiones no disponibles
Colección privada
El proceso de independencia del siglo 1800 favoreció los intereses económicos de los hacendados, ya que implicaba pagar menos impuestos y tener más control político y rentabilidad sobre sus territorios.
La imagen de arriba, aproximadamente de 1844 nos muestra la plaza mayor de San Salvador rodeada de arcos, con una gran fuente en el medio. Pero el piso aún es de polvo, como si la ciudad estuviera en proceso de construcción. En la imagen abajo, de 1890, vemos el antiguo Teatro Nacional de San Salvador visto desde la actual plaza Morazán. Su estética nos recuerda a ciudades europeas donde los edificios son de dos plantas y más decorados, las plazas están pavimentados y hay una fuente y jardineras, es una ciudad más ordenada y moderna.
Ambas imágenes muestran que la idea de “desarrollo” era emular la estética de países europeos. Si recordamos que en la época colonial ser español facilitaba el acceso a puestos de trabajo, recursos y estudios; es de esperarse que la idea de que lo extranjero “es mejor” impregnara la sociedad. Sin embargo, al no tomar en cuenta las condiciones locales, las consecuencias son fatales, ejemplo de ello es que San Salvador se seguirá cayendo.
Los 1900 inician con esperanzas en el futuro: éramos un país en vías de desarrollo con una economía fuerte y cimentada en la venta del café que a finales de 1800 se convirtió en el cultivo que permitió el desarrollo de la economía local, después de la caída del añil por el descubrimiento y uso de los tintes artificiales. Pero en 1917 un terrible terremoto afecta gravemente a la capital como se observa en la fotografía, causando la caída de diversas edificaciones, y dejando en la calle a muchas personas, siendo los niños en la imagen reflejo de la pobreza y el desamparo.
En 1916, Europa peleaba la primera guerra mundial y El Salvador tenía los ingresos del café a la baja, cuando se publicó El libro azul de El Salvador, que ofrece un panorama de la época, recogiendo información histórica, comentarios sobre el gobierno, datos sobre la cultura y sus pobladores, agricultura e industria, geología y geografía local, vías de comunicación, flora y fauna, etc. Pero además se incluyen biografías y fotografías de dueños de grandes empresas, pues a través de este texto buscaban proyección e inversión extranjera. De ese libro se extrae la imagen realizada por Ortiz Villacorta de San Salvador, que muestra una ciudad más grande, con avenidas anchas, pero además con un amplio territorio verde y fértil alrededor, ideal para la inversión agrícola.
Para la mitad del siglo ya había pasado la caída del precio del café por las guerras mundiales y el principal comprador de café ya no era Europa, sino los Estados Unidos; también la caída de la bolsa internacional del 1929, la dictadura de Martínez, y una revolución que dejó un gobierno militar, pero con una real intención de desarrollar el país, y comenzaba un desarrollo de construcciones en la ciudad.
De esa época se retoma la imagen publicada en un periódico de la década del 50, donde un autor anónimo nos presenta el centro de San Salvador en el año 2007, reflejando la idea de desarrollo futuro, con una estética menos europea y más estadounidense, reflejada en los edificios modernos, pero conviviendo con los antiguos; ordenada, con espacios amplios y cómodos al observar las amplias aceras para caminar tranquilamente. Es la visión de una ciudad pujante, “desarrollada” y futurista que proyecta un porvenir brillante y cada vez mejor
Desde los 1930 hasta la década de los 80 hay represión de los gobiernos militares que después de las consecuencias económicas y sociales de la guerra del fútbol, gradualmente se fortalece hasta detonar la guerra civil.
En 1990 Rodolfo Molina hace esta obra en la cual un antiguo mapa de El Salvador se transforma en referencia de nuestra historia, plagada de maltratos e injusticias.
El mapa se vuelve un personaje con “el corazón de María” al centro, atravesado por las espadas, un símbolo de amor y dolor en el contexto de la guerra civil. Además, está atrapado por una cuadrícula hecha con hilo que recuerda a una reja, medida con pulgadas, un tipo de longitud extranjera y poco utilizada en el país, que hace referencia a las imposiciones de intereses extranjeros desde la época colonial y a mediados de 1900, en la guerra fría.
Rodolfo Molina
Medidos pulgada a pulgada, 1990
Mapa, objetos, y pita sobre panel
54 x 94 cm
Colección privada
El presente siglo nos recibe con otro terremoto en el 2001, y en la imagen se observa el deslave de Las Colinas, un ejemplo de cómo San Salvador y sus alrededores se siguen viendo afectados por sismos, pero también se ve claramente como la casa Guirola en Santa Tecla construida entre 1920 y 1925, no sufrió mayores daños por el derrumbe.
Y esto provoca la duda: ¿La casa de esta familia pudiente tuvo suerte o los estudios que se realizaron para su construcción fueron los que permitieron que no se viera afectada?
En contraste, las colonias “Las colinas I y II” realizadas en los ochentas, al pie de la cordillera se vieron impactadas y mueren aproximadamente 500 personas.
Obviamente es el temblor el que provoca el deslave, pero no deja de surgir la duda si podría haberse evitado tanta tragedia para tantas familias y, si estudios adecuados podrían evitar a futuro más saldos fatales.
Rosa Marily Escobar
El deslave del terremoto del 2001, 2001
Barro policromado
25 x 38 x 100 cm
Colección Museo de Arte Popular
El presente siglo nos recibe con otro terremoto en el 2001, y en la imagen se observa el deslave de Las Colinas, un ejemplo de cómo San Salvador y sus alrededores se siguen viendo afectados por sismos, pero también se ve claramente como la casa Guirola en Santa Tecla construida entre 1920 y 1925, no sufrió mayores daños por el derrumbe.
Y esto provoca la duda: ¿La casa de esta familia pudiente tuvo suerte o los estudios que se realizaron para su construcción fueron los que permitieron que no se viera afectada?
En contraste, las colonias “Las colinas I y II” realizadas en los ochentas, al pie de la cordillera se vieron impactadas y mueren aproximadamente 500 personas.
Obviamente es el temblor el que provoca el deslave, pero no deja de surgir la duda si podría haberse evitado tanta tragedia para tantas familias y, si estudios adecuados podrían evitar a futuro más saldos fatales.
San Salvador sigue creciendo rápidamente y sin planificación urbanística. Esto provoca hacinamiento y limita los espacios públicos de convivencia, abonando a la incomodidad social y la violencia.
Además, en la primera década del 2000, el gobierno aplicó el plan “mano dura” en contra de las maras, detonando una escalada de violencia sufrida por todo el país. A partir de esto, las medidas de seguridad como portones, razor, y guardias de seguridad serán cada vez más comunes, limitando aún más los espacios.
De 2006 se retoma “El tour” de Danny Zavaleta, un mapa de San Salvador que nos muestra con símbolos las áreas en donde hay prácticas ilícitas o donde se ubican grupos agresivos que mantienen el control territorial.
Pero también define claramente un área protegida por una línea de hombres armados con una macana para evitar que entren a esa zona exclusiva de la ciudad, “Disneylandia”.
Danny Zavaleta
El tour, 2006
Impresión digital sobre vinilo
120 x 211 cm
Donación del artista, Colección Museo de MARTE
Mención de Honor, VI Bienal de Artes Visuales del Istmo Centroamericano, El Salvador 2006
Un reflejo actual de la capital es la pintura “La ciudad (San Salvador, El Salvador)” de Gerardo Gómez, donde el desorden y hacinamiento reflejan las situaciones históricas que lo vuelven caótico y que experimentamos a diario en el tráfico de las horas pico.
Los edificios torcidos en la pintura recuerdan a los comentarios de Cortés y Larraz sobre los edificios arruinados por los temblores; los caminos están llenos de autos y buses, y apenas hay espacio para gente en las aceras como puntos de colores, en una ciudad pujante y a la vez caótica donde sus edificios, calles, buses, gente y casas están “amontonadas” al pie del volcán; apenas se observa un espacio verde en la ciudad. Hasta cuesta respirar...
Gerardo Gomez
La ciudad (San Salvador, El Salvador), 2016
Acrílico sobre lienzo
200.5 x 200.5 cm
Colección privada