Paisaje exótico
Lo exótico, eso que nos parece lejano, extraño, peligroso o distinto de lo habitual. Paisajes de El Salvador que parecen coleccionables e invitan a explorar el ayer y el ahora.
Lo exótico es algo lejano, extraño, peligroso o distinto de lo habitual. El paisaje del territorio salvadoreño ha sido representado como algo exótico, casi coleccionable, desde las primeras imágenes en los años 1500 hasta la actualidad.
En 1576 el funcionario del Reino de España que vivía en Guatemala, Don Diego García Palacios, le escribió al rey Felipe II contándole sobre un viaje que había hecho al territorio de los Nahuas Pipiles en Izalco.
Inspirándose en esta carta, el artista Theodorus de Bry (1528-1598) hizo el grabado de la imagen que observamos y que se encuentra en el libro Viaje a las Indias Occidentales, publicado entre 1590 y 1630.
En la imagen se pueden reconocer algunos mamíferos y reptiles que son similares a la fauna local, pero también nos encontramos con algunos animales fantásticos, como el unicornio del fondo que no hacen más que enfatizar la ficción en la imagen. Además, los volcanes en erupción violenta y simultánea y las figuras desnudas nos muestran un territorio “salvaje”, “agresivo”, pero al mismo tiempo extraordinario.
Theodorus de Bry
Zona eruptiva de Izalco, ca. 1590-1630
Grabado
DIMENSIONES
Colección privada, en Viaje a las Indias Occidentales.
En 1576 el funcionario del Reino de España que vivía en Guatemala, Don Diego García Palacios, le escribió al rey Felipe II contándole sobre un viaje que había hecho al territorio de los Nahuas Pipiles en Izalco.
Inspirándose en esta carta, el artista Theodorus de Bry (1528-1598) hizo el grabado de la imagen que observamos y que se encuentra en el libro Viaje a las Indias Occidentales, publicado entre 1590 y 1630.
En la imagen se pueden reconocer algunos mamíferos y reptiles que son similares a la fauna local, pero también nos encontramos con algunos animales fantásticos, como el unicornio del fondo que no hacen más que enfatizar la ficción en la imagen. Además, los volcanes en erupción violenta y simultánea y las figuras desnudas nos muestran un territorio “salvaje”, “agresivo”, pero al mismo tiempo extraordinario.
Detalle: unicornio.
En los 1800s, América era un territorio extraño para los europeos, especialmente por su exuberante flora. Una planta que les maravillaba por sus cualidades curativas era el bálsamo. En el grabado de Charles Emile Dorat se muestra el proceso de extracción realizado por indígenas en Juisnagua (Cuisnahuat), Sonsonate. Ellos arrancan la corteza y acercan fuego al árbol para provocar que expulsara resina, que luego era absorbida durante dos meses por unos trapos. Éstos luego eran retirados para hervirlos y pasarlos por una prensa artesanal. Al terminar el proceso el producto era exportado para curar problemas de salud como bronquitis, dolores musculares, heridas, quemaduras y hongos.
Aunque se define como “Bálsamo del Perú”, en realidad se extraía de algunos puntos de nuestro país, como la cordillera del bálsamo. Se le daba ese nombre para despistar a los piratas que trataran de robarlo, pues era muy codiciado.
Charles Emile Dorat
Recolección por indígenas del “bálsamo del Perú” en Juisnagua, Sonsonate 1860
On the manufacture of Balsam of Peru by Daniel Hanbury en Pharmaceutical Journal and Transactions, 1864
Tinta sobre papel
12.5 x 22 cm
Colección Biblioteca de la Universidad de Glasgow
El mar es fuente de vida y camino hacia tierras lejanas.
Aún para 1800, el viaje por mar era costoso, tardado y peligroso; no cualquiera podía realizarlo. Esto contribuía a que los territorios lejanos siguieran siendo considerados como exóticos.
De esa época se retoma esta fotografía del puerto de La Libertad tomada por Eadweard Muybridge en su travesía por México y Centroamérica.
Observamos los rieles para transportar los productos a los barcos y a las edificaciones de aduanas. La exuberancia del territorio, su frondosa vegetación y el comercio del puerto permiten la riqueza económica y la vida próspera.
Se completa la imagen con las montañas de la cordillera del bálsamo al fondo.
Eadweard Muybridge
Puerto de La Libertad
The Pacific Coast of Central America and Mexico: The Isthmus of Panama, Guatemala, and the Cultivation and Shipment of Coffee. Illustrated by Muybridge, San Francisco, 1876
Fotografía
13.7 x 23.5 cm
Donación de Jeffrey A. Lichtenberg, Colección Museo de Arte Americano Smithsonian
Así como Muybridge fotografió la costa, otros registraron la actividad volcánica del territorio que refiere a lo peligroso, diferente y fértil.
El grabado de T. Taylor del volcán y lago de Ilopango en San Salvador, publicado en Nouvelle Geographie Universalle, Le Terre et les hommes de Elisée Rechus en 1891, fue realizado en base a una fotografía de M. Doriot; y nos muestra la actividad volcánica bajo el lago de Ilopango, a partir de la cual se formaron “Los cerros quemados”.
Aun ahora, “Los cerros quemados” son un ejemplo de cómo el turismo en el país, continúa acentuando lo exótico de la tierra volcánica.
T. Taylor (dibujo) y M. Doriot (fotografía)
Volcán de Ilopango, San Salvador,
Nouvelle Geographie Universelle, Le Terre et les hommes, de Elisée Reclus, 1891
Litografía
18.5 x 13 cm
Colección privada
A los habitantes locales se les registra como algo exótico, destacando sus diferencias con las de los europeos.
La fotografía de Hartman de 1896 de los pobladores de Izalco es un ejemplo de una forma de registro antropológico relacionado a los indígenas. Se observa la escasa vestimenta (mastate en el caso del hombre, refajos simples en las mujeres o la desnudez de los más pequeños), ordenados de manera jerárquica, mostrando la familia y parte de su entorno.
Las construcciones que los europeos consideraban rudimentarias estaban hechas de adobe y paja, rodeadas de vegetación, aunque en realidad funcionaban perfectamente para el clima tropical. Pocas son las diferencias con fotografías de tribus en selvas o parajes en África y otras latitudes; muchos de esos territorios conquistados por los grandes imperios europeos.
Carl Vilhelm Hartman
Izalqueños, 1896-98
Fotografía
Dimensiones no disponibles
Colección Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI)
Constituidos como república, la mirada sobre nosotros mismos está influenciada por cómo otros nos observan y perciben.
Los principales interesados en la independencia fueron los terratenientes, quienes vendían sus productos a compradores europeos. Esta relación comercial determina las referencias de cómo queremos promocionarnos en el mundo, como país, cultura y buenos trabajadores. La mirada del extranjero no se cuestiona, sino que se promueve; incluso se convierte en una herencia.
Ese exotismo se vuelve la base de la construcción de una identidad local, promoviendo el patriotismo y la unidad nacional. Podemos ver un ejemplo de ello en la obra del pintor salvadoreño, Juan José Laínez, donde las ruinas de una iglesia podrían ser reflejo de haber vencido al colonialismo. Las frondosas montañas y el imponente volcán de Izalco hacen referencia a la fertilidad de la tierra; es una pintura que refleja orgullo por el paisaje nacional. Esa influencia de la mirada extranjera, que destaca y documenta esas particularidades del paisaje local, lo vuelven exótico e idealizado.
Juan José Laínez
Ruinas de Izalco, 1908
Óleo sobre lienzo
149 x 233 cm
Colección Casa Presidencial
Como en la fotografía “Coffee Queen” de Luis Marden, publicada en la revista The National Geographic Magazine de 1944, en un reportaje sobre El Salvador y el cultivo del café.
Se presenta una hermosa y bien maquillada mujer que recolecta café, pero ya no indígena, sino mestiza, con un pelo ondulado que se ve lleno de flores. La imagen idealiza a las recolectoras y al proceso de explotación para el cultivo y recolección del café. En ese trabajo, además de haber sido mal pagado, se practicó el uso de las fichas de finca, las cuales no eran útiles en otros lugares, obligando a las personas a consumir lo que se vendía en la misma hacienda y a pagar los precios que ahí se imponían.
Luis Marden
Coffee queen
The National Geographic Magazine, 1944
Fotografía
Dimensiones no disponibles
La mirada del extranjero que exotiza las características locales y autóctonas también puede ser usada para destacarlas como “belleza”, abonando a la construcción de una identidad visual y plástica propia.
El pintor español Valero Lecha, que residió en el país y que fundó una escuela importante para la plástica nacional, nos ofrece la obra “Vientos de octubre”, la cual hace referencia a la época de vientos en nuestro país, una particularidad climática local. Las mujeres son sinónimo de belleza de nuestro país, que además usan traje de volcaneñas, traje típico que destaca la identidad cultural. En posiciones que enfatizan su resistencia en contra de la fuerza de los vientos, ellas se mantienen unidas; flexibles, pero sin caer. Con un paisaje de fondo en colores azules, verdes y amarillos, éstos bien pueden hacer referencia a la humedad del trópico y la frescura de la época.
Valero Lecha
Los vientos de octubre, 1973
Óleo sobre lienzo
120 x 161.5 cm
Colección privada
Todo el exotismo del paisaje y personas locales se mezcla con las historias del folklore mestizo de la colonia y algunas ideas de los movimientos artísticos de finales de 1800 e inicios de 1900 en Europa que alcanzan a llegar posteriormente; eso será abono para la creatividad de algunos artistas locales.
Por ejemplo, Salarrué pinta desde su imaginación el “Monstruo marino” y nos transporta a otro mundo, pero además al firmar arriba y abajo permite que el espectador decida el punto de vista y la forma de dicho monstruo.
Y así el exotismo les sirve a los artistas como ventanas a otros mundos, en algunos casos personales, abstractos, ideales y posteriormente, trágicos.
Salvador Salazar Arrué (Salarrué)
Monstruo marino, 1950
Óleo sobre lienzo
124 x 81 cm
Colección Nacional de Artes Visuales, Ministerio de Cultura de El Salvador
Algunos de los mundos que los artistas representan nos permiten recordar otras épocas, como la prehispánica. Por ejemplo, en la obra “Inframundo indígena” de Armando Solís de 1965, los colores y las texturas aplicados con una técnica expresiva hacen ver a la figura como cubierta de tierra, como si fuera un descubrimiento arqueológico pareciéndose a una calavera con un tocado, posiblemente haciendo referencia al dios prehispánico, Ah Puch, dios del sacrificio o, a Xipe Totéc, dios desollado.
El personaje bien puede sugerir un presagio de muerte para las décadas siguientes, que nos llevarían a la guerra.
Armando Solís
Inframundo indígena, 1965
Óleo sobre lienzo
72 x 61.5 cm
Donación familia Balseiro, Colección Museo MARTE
Como mencionamos al inicio, lo exótico también puede ser sinónimo de peligro, y en la época de la guerra esto se representa constantemente. La pintura “Sin título” de 1989 de Roberto Galicia nos muestra un volcán con las líneas oscuras en su pico como si estuviera entrando en erupción.
Los artistas usan recursos como el color para enfatizar algunos mensajes, por ejemplo: el rojo y verde son opuestos en el círculo cromático y generan un fuerte contraste visual que puede ser referencia a los bandos confrontados, y la incomodidad que puede generar ver esos colores juntos, podría referir a lo duro que es ver la crueldad de la guerra.
El camuflaje en las faldas del volcán nos recuerda que hay militares en la zona, quizás como referencia al enfrentamiento armado, y las escaleras parecen descender por una grieta a un lugar más oscuro.
Roberto Galicia
Sin título, 1989
Acrílico sobre lienzo
120 x 100 cm
Donación Industrias La Constancia, Colección Museo MARTE
Como vemos en la actualidad, los elementos que recuerdan lo exótico del territorio se usan para hacer referencia al paisaje, pero también a nuestro contexto histórico y social, marcado por la violencia.
En el dibujo de Gabriel Granadino vemos a un diablito que descansa en medio de la laguna rodeada por exuberante vegetación; que nos recuerda al grabado de Theodorus de Bry, de finales de 1500.
Pero en este caso no solo es una referencia a nuestro territorio “peligroso”, sino a la violencia que desde hace décadas y hasta la actualidad se vive en nuestro país, pues el mismo diablo se siente cómodo en este lugar.
Gabriel Granadino
Flotador, 2019
Plumón sobre papel
Dimensiones no disponibles
Colección del artista
Como vemos en la actualidad, los elementos que recuerdan lo exótico del territorio se usan para hacer referencia al paisaje, pero también a nuestro contexto histórico y social, marcado por la violencia.
En el dibujo de Gabriel Granadino vemos a un diablito que descansa en medio de la laguna rodeada por exuberante vegetación; que nos recuerda al grabado de Theodorus de Bry, de finales de 1500.
Pero en este caso no solo es una referencia a nuestro territorio “peligroso”, sino a la violencia que desde hace décadas y hasta la actualidad se vive en nuestro país, pues el mismo diablo se siente cómodo en este lugar.