La ciudad como cicatriz y memoria colectiva en la obra de Óscar López
Exhibiéndose
La muestra del artista salvadoreño, Óscar López, propone una mirada crítica y sensible a la ciudad de San Salvador como un cuerpo marcado por cicatrices: huellas de memoria popular que persisten bajo la superficie de sus calles y muros.
“Atrófica nombra una cicatriz: una marca que no termina de cerrar, que se hunde en la piel y, al menor roce, vuelve a abrirse”, explica López. Así concibe la ciudad donde ha vivido siempre —los alrededores del centro histórico—: un espacio herido que periódicamente es raspado, pulido y “ordenado”, mientras capas enteras de historia y vida cotidiana son borradas.
Desde los años setenta, el comercio informal convirtió calles enteras en un mercado al aire libre: puestos de lámina, rótulos pintados a mano, grafitis urgentes, olores mezclados y música estridente. Ese caos —precario, irónico, vital— fue por décadas la verdadera epidermis de la capital. Hoy, un ambicioso plan municipal de ordenamiento ha remodelado plazas, atraído inversiones, limpiado muros, expulsado vendedores y pulido fachadas. Para algunos, el resultado es un centro “más seguro y pulcro”; para otros, un proceso de higienización urbana que desplaza, silencia e invisibiliza a quienes sostuvieron ese espacio con su creatividad informal.
Mirar Atrófica es un ejercicio de empatía y memoria. Veremos 14 obras elaboradas con técnica mixta sobre tela o madera, artículos intervenidos de acrílico sobre PVC, que nos invitan a reflexionar sobre el progreso, que no puede medirse solo en metros cuadrados restaurados; también exige preservar las huellas de quienes han sobrevivido y habitado esos lugares. Lo que parece vulgar o trivial se revela aquí como un relato auténtico contado desde los márgenes: el vendedor que pintó un Mickey en su carrito, los adolescentes que rayaron su nombre en la parada, el poeta anónimo que dejó un verso ingenioso. La muestra señala el rastro silencioso de esas presencias incómodas. Porque al limpiar un muro, quizá estamos limpiando —y perdiendo— parte de la memoria colectiva.
La urgencia de Atrófico se agudiza porque esa estética desaparece a ritmo vertiginoso. El “ordenamiento” del centro implica blanquear paredes, desalojar vendedores ambulantes y demoler o remodelar edificios viejos. Aquí cobra vigencia el “derecho a la ciudad” de Henri Lefebvre: toda persona –incluidos pobres y marginados– deberían disfrutar y construir la ciudad, no ser expulsada por la lógica inmobiliaria. López actúa como un arqueólogo del presente: conserva fragmentos de cultura material antes de que desaparezcan. Sus piezas invitan a mirar de cerca un dibujo infantil, un mensaje político mal escrito o un graffiti anónimo y descubrir que “las paredes nos hablan”. Solo necesitamos tiempo y disposición para leerlas.
La muestra se inaugura el miércoles 3 de septiembre de 2025 y estará abierta al público hasta junio de 2026; podrá visitarse de jueves a domingo en horarios de 10:00 a.m. a 4:00 p.m. y los lunes de 6:00pm a 7:30pm.
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