Falso Franco y la Cenicienta
Carmen Elena Trigueros
Se me había hecho tarde ,
el bus iba llenísimo pero con un poco de suerte lo
/ lograba.
La parada me dejaba cabal frente a la maquila,
me tocó empujar y casi aventarme del bus.
Chinga tu madre:
se me quedó un zapato adentro .
Cojiando con uno solo apuré el paso lo más que pude
y logré marcar tarjeta a la hora exactísima.
maquila maquila tacataca
maquila maquila tacataca
maquila la manga
maquila la manga
me estoy orinando
maquila la manga
maquila la manga
me están observando
maquila maquila maquila
Pasé toda la jornada aguantándome las ganas de
/ orinar y
lamentando la pérdida de mi zapato.
Era un buen zapato, me los había regalado mi madrina,
cómodos, lindos, suaves y
no me apestaban los pies por más que sudaran.
A la salida, en medio de la multitud,
había un hombre encaramado en un barril ,
ondeando la mano con mi zapato.
Desapareció toda la pesadumbre de la jornada
y una sonrisa me arregló la cara.
Me acerqué y le enseñe el otro zapato,
me sonrió, bajó del barril y me lo dió.
Sentí deseos de besarlo,
al zapato, no al hombre.
Lo besé y me lo puse.
Tuve suerte porque un par de zapatos como ese
vale más que el príncipe del cuento.